Nuestra
Filosofía
Market
2000 es sin duda algo diferente. Promueve valores
como la Honradez, Honestidad y Lealtad. Quizá
por eso sea posible que tantas personas obtengan
un nivel tan alto de beneficios, a través
de relaciones que se basan en la mutua confianza
y compañerismo.
Estas
actitudes son fomentadas a través de la denominada
"Filosofía Samurai", un conjunto
de enseñanzas que apuntan a consolidar los
valores de las personas que trabajan en Market.
Veamos donde empieza todo...
El
Inicio
Hoy
era un día feliz para Kan, hoy cumplía
12 años y su padre había prometido
concederle el mayor de los tesoros. Una espada de
Samurai.
Naturalmente
no sería una espada de doble diamante como
la de su padre, sería una sencilla espada
katana. Lo demás habría de ganárselo
por si mismo. Era un inmenso honor el que le hacía
su padre. A partir de ahora dejaba de ser un niño
para convertiste en todo un aprendiz de Samurai.
Un brillante futuro se presentaba por delante si
estaba dispuesto a aprender y a trabajar. Y kan
lo estaba desde lo más profundo de su corazón.
Su
padre Kazo estaba frente a él, solemne e
imponente como era natural en su persona. El anciano
Samurai aparentaba mucha menos edad de la que realmente
tenía, solo su larga cabellera blanca y unos
ojos llenos de sabiduría rebelaban su verdadera
edad. Su armadura de General Samuai reflejaba los
dorados rayos del sol como si fuera de oro mientras
que los dobles diamantes engastados en la empuñadura
de su propia espada katana formaba un doble arco
iris enlazado en su base. Kazo había luchado
mil batallas y formado a cientos de Samurais, y
por fin hoy iba a instruir a su propio hijo. Un
acontecimiento que llevaba esperando desde hace
doce años. En sus manos sostenía la
futura katana de su hijo, un arma poderosa que debía
usarse con sabiduría. Kan debía entender
que lo más importante de un Samuai no era
su arma, sino su sabiduría y su honor.
La
cara de Kan resplandeciente de honor y gozo al recibir
su espada, llenó el corazón de su
padre de un orgullo como nunca antes había
sentido. Ahora ya era oficial, el joven aprendiz
había superado todas las sutiles trampas
que se le habían tendido y por sus propios
méritos se había convertido en uno
más del clan.
Esa
misma noche, después de las celebraciones
y las risas, padre e hijo se sentaron juntos alrededor
de la hoguera. La noche era cálida y en el
cielo lucían las estrellas como luciérnagas
en un estanque, la Luna llena brillaba con fuerza,
como si quisiera arropar al joven Samurai con sus
rayos de luz.
- Hijo
mío - La voz de Kazo era grabe, relajante
y penetrante como las caricias de una madre - Hoy
has dado un paso muy importante en tu vida. Has
dejado de ser una persona normal, has dejado el
bosque para introducirte en el camino de la vida
por el sendero del Samurai. Has superado la trampa
invisible que tienden los fantasmas del miedo y
del fracaso. Nunca luches contra los fantasmas del
miedo, ellos harán que todos los problemas
parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuando
estos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue
adelante enfentandote a los problemas uno a uno.
Ese es el único secreto del éxito
hijo mío.
- Si
padre, estas semanas las dudas recorrían
mi mente - Kan miraba a la Luna en busca de fuerzas
para expresar lo que había sentido - no sabía
si sería capaz de llegar al final, tenía
miedo de entrar en la senda del Samurai por miedo
al fracaso, por miedo a decepcionarte, por miedo
a que se rieran de mi los demás mientras
no domine todas las técnicas como lo hace
un Samurai de verdad. Era un dolor intenso - dijo
mientras su mano se posaba en su estomago - como
si me clavaran afiladas agujas en el estomago. Pero
me di cuenta que si no empezaba, habría fracasado
aun antes de intentarlo. - Sus ojos se clavaron
en los de su padre - No se si llegaré algún
día a ser un Samurai tan bueno y poderoso
como tú padre, pero ten por seguro que lo
intentaré hasta con el ultimo vestigio de
mi alma, nunca me rendiré al camino. Siempre
seguiré adelante.
Kazo
no podría estar más orgulloso. Su
hijo poseía una fuerza que le conduciría
allí donde el quisiera. Por que nadie mejor
que el viejo Samurai sabía que él
mayor secreto para conseguir en la vida lo que se
desea es el no rendirse jamas. A su tierna edad
ya conocía ese secreto sin duda llegaría
muy lejos, mucho más lejos que su padre el
General de Generales.
- Hijo,
ahora eres parte de los Samurais y por lo tanto
has de regirte como tal - El viejo Samurai cogió
un grueso leño y se lo paso a su hijo. -
Parte este leño hijo mío, se que puedes
hacerlo.
- Pero
padre, este leño es muy grueso, - dijo el
joven abatido - y yo solo tengo doce años,
aun no soy un hombre maduro. No tengo la fuerza
suficiente.
- Claro
que tienes la fuerza hijo, pero tu fuerza no esta
en tus músculos - sentenció a la vez
que rodeaba con su grande y cálida mano el
estrecho brazo de su hijo - Si no en tu cabeza,
es en tu inteligencia y en tu fuerza de voluntad
donde posees la energía suficiente para realizar
todo aquello que desees. Si piensas que no eres
capaz de hacerlo... seguramente nunca serás
capaz. Sin embargo, si estás convencido de
que es posible, y desde el fondo de tu corazón
brilla la verde llama de la esperanza y la fe en
ti mismo. Podrás hacer lo que desees, solo
habrás de buscar el medio.
- Pero
padre... - Kan quería creer a su padre, era
un Samurai y los Samurais nunca mienten. Entonces
debía existir una forma... pero cual - ¡Ya
se! Ahora yo también soy un Samurai, ¡puedo
hacer lo imposible!
Y desenfundando
por primera vez su espada katana lanzó con
todas sus fuerzas un terrible golpe contra el tronco...
consiguiendo que la katana se incrustara fuertemente
dentro del tronco. Kan intentó sacarla de
un tirón, pero sus esfuerzos eran inútiles.
Estaba demasiado fuertemente enganchada. Se estaba
poniendo muy nervioso, y si no fuera por que la
cálida mano de su padre le calmó,
como tantas veces había hecho de pequeño,
se habría echado a llorar.
- Tu
intento ha sido digno de elogio Kan, pero has de
aprender antes de hacer. - El viejo samurai tomo
entre sus manos la espada de su hijo y con un giro
rápido de muñeca extrajo la espada
del tronco. - Has de fijarte pequeños objetivos,
fáciles de cumplir con tus capacidades, para
conseguir lo que deseas. - Dicho esto devolvió
la espada a su hijo. - Primero intenta crear una
zanja en el tronco, no de un golpe directo, si no
de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.
Kan
lanzó un tajo curvo y cortante que hizo saltar
unas astillas del tronco, a continuación
lanzó otro en dirección opuesta que
hizo que casi la mitad del tronco se dispersara
por el suelo. Animado repitió la operación
y unos instantes después el grueso tronco
reposaba en el suelo, partido en dos pedazos y un
montón de astillas.
- Tienes
razón padre! El tronco entero era demasiado
para mí, pero poco a poco he logrado debilitarlo
y al final yo he vencido. Si hubiera pensado que
no podía, nunca lo hubiera intentado. Pero
decidí que era capaz, que debía de
existir una manera de cortarlo y la encontré!
- Siempre
existe una manera - La voz del viejo Samurai penetro
en los oídos de su hijo grabando estas palabras
a fuego - siempre existe una manera de lograr lo
que deseamos.
- Y
para ello debemos hacer lo que sea padre - Pregunto
inocentemente Kan.
Kazo
se alarmo, no quería que su hijo le interpretara
mal, siempre había que regirse por el honor
y la generosidad, pero una ve que vio la inocente
mirada de su hijo, la calma se apoderó otra
vez de su corazón.
- Hijo,
Puedes conseguir todo lo que desees en la vida solo
con que ayudes a otras personas a conseguir lo que
ellas desean.
- No
entiendo padre.
- Tu
sabes que el granjero siempre recoge más
de lo que siembra ¿No es así? - Kazo
sabía que su hijo había ayudado a
sembrar a sus vecinos y se había quedado
maravillado al ver como crecían las planas
día a día y como de un puñado
se semillas surgían, con el tiempo, cientos
de sabrosos frutos - Pues igual que el granjero
siempre recoge más que lo que siembra, tu
debes saber que no estas solo y has de ayudar todo
lo que puedas a tu equipo, si lo haces así
después recogerás la cosecha más
fructífera que nunca ayas soñado.
Kan
quedó pensativo, todavía era muy joven
para entender todas las palabras de su padre, pero
el sabía que su padre siempre había
sido generoso y gracias a ello había llegado
a ser un general de generales, por eso decidió
firmemente que él haría lo mismo.
- Padre,
tengo una duda que me atormenta - Se sinceró
Kan - antes no te la quise decir por que hoy es
un día de dicha. Pero no concuerda con lo
que me acabas de decir.
- ¿Si
hijo?
- Ayer
conté a mis amigos del pueblo que me iba
a convertir en Samurai, que aprendería los
secretos de nuestro arte y que me convertiría
en el tipo de guerrero más poderoso que existe
- los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego
- y los otros niños se rieron de mí,
me dijeron que era un blandengue, que todo eran
mentiras y que tuviera cuidado por que lo más
seguro es que me dieran una paliza los verdaderos
Samurais por mentiroso y que luego me echarían
a la hoguera. ¿he de ser generoso también
con esos niños padre?
- Hijo...
- Una sonrisa de comprensión surcaba los
labios del viejo Samurai, a él le había
pasado lo mismo en su juventud y sabía que
las mismas personas que hoy criticaba y ridiculizaban
a su hijo, mañana serían sus más
fervientes admiradores por su valentía y
coraje - Hay una forma muy fácil de evitar
las criticas...
-¿Cual
es padre? - Pregunto entusiasmado Kan
- ...
simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue
un trabajo de barrendero y mata tu ambición.
Es un remedio que nunca falla.
- ¡Pero
Padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser
fuerte y poderoso como tú, tengo aspiraciones
y sueños que quiero cumplir en la vida. Y
solo tengo esta vida para hacer esos sueños
realidad ¿Como me pides que haga eso?
- Entonces
Kan, ten mucho cuidados con los ladrones de sueños
- dijo Kazo misterioso
- ¿Los
ladrones de sueños? - El niño Samurai
miro temeroso a su alrededor - ¿Que son?
¿demonios de la noche? ¿Duendes malignos?
¿Seres tenebrosos?
- No
hijo, son tus amigos y personas cercanas a ti -
Los ojos de su hijo lo miraban con una expresión
triste, como si le acabara de caer el mundo encima
- No te preocupes, solo son amigos tuyos, mal informados
que quieren protegerte, quieren todo el bien para
ti y que no sufras, por eso intentarán detenerte
en todos los proyectos que hagas, para evitar que
fracases y te hagas daño.
- Pero
entonces son como los fantasmas del miedo y del
fracaso, quieren mi bien y sin embargo me infringen
el mayor daño que puede existir. Róbame
mis sueños, mis ambiciones y por tanto las
más poderosas armas que tengo de alcanzar
lo que yo quiero. Si nunca lo intento... nunca lo
conseguiré. Es cierto que si lo intento puedo
fracasar, sin embargo también puedo tener
éxito y conseguir lo que yo quiero!
- Eso
es hijo y además, sin quererlo, acabas de
descubrir tus tres armas más poderosas.
- ¡Cuales!
dímelo - su ilusión antel la perspectiva
de tener más armas era enorme.
- La
primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces
y de verdad te gusta podrás conseguirlo todo
y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.
Kan
asintió con la cabeza temeroso de interrumpir
a su padre.
- La
segunda ¡El Empuje! Has de aprender y trabajar,
aprender y trabajar y después... enseñar,
aprender y trabajar. Solo con el trabajo conseguirás
tus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente
solo encontraras el fracaso, sin embargo, si trabajas
con honor, en equipo y siempre intentas superarte...
no habrá nada que pueda pararte.
Kan
poso la mano en su corazón y se prometió
a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajaría
con honor y que nadie le pararía.
- Y
tercero la Constancia - los ojos de Kan preguntaban
a su padre que era la constancia, acaso no era lo
mismo que el empuje - La Constancia hijo mío,
es la capacidad de aguantar en los tiempos duros
y seguir trabajando para que vengan los tiempos
buenos, la constancia es el Arte de Continuar Siempre!
Tú ahora acabas de empezar y mañana
empezarás a practicar con los Samurais. Al
principio, después de cada entrenamiento,
te dolerán los músculos y estarás
cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo
por que pensarás que esto es demasiado duro
para ti. Pero si eres Contante y continuas aprendiendo
y practicando, poco a poco tu cuerpo se irá
adaptartando y desarrollando, así como tu
mente. Y veras como cada vez las cosas te resultarán
más fáciles y obtendrás más
resultados y más fácilmente. Los comienzos
son siempre duros hijo, y solo si eres Contante
tendrás el éxito asegurado.
Kazo
vio como su joven hijo asentía medio dormido.
Ya era tarde y hoy había aprendido más
que en toda su vida. EL viejo Samurai cogió
a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en sus
brazos, levantando, a pesar de su avanzada edad,
como si de una pluma se tratara. Su hijo le susurro
algo al oído como "¡gracias Papá!"
antes de quedarse dormido.
El
general de generales se preguntó si realmente
su hijo seguiría al pie de la letra todos
los consejos que hoy había aprendido. Sabía
que si así lo hacía llegaría
aun más alto de lo que él, general
de generales, había logrado.
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